Mario Enrique Bruzzone

 

Bienvenido

Mario Bruzzone

Nací en Bahía Blanca, ciudad de la República Argentina hace ya bastante más de medio siglo. Fui el tercer y último hijo de una familia de "clase media alta" (padre médico, madre docente).

Me eduqué con los salesianos quienes, si bien como buenos "hijos de su propia educación", no supieron transmitirme muchas cosas de la realidad de la vida humana, sí, en cambio, fueron capaces de suministrarme una buena base cultural, que nunca dejaré de reconocer y agradecerles.

Me recibí de abogado en la Universidad de La Plata, estudio que me permitió adquirir conocimientos que no hubiese obtenido dedicándome a la historia, como pensé hacerlo en un principio.

Simultáneamente trabajé en una caja de previsión, me casé, tengo hijas y nietos.

Dedique muchas horas de mi vida a la docencia. Pero muchas más a la investigación de distintos temas de la antigüedad, que desde muy chico "atenazaron" mi mente y mi conciencia, situación que finalmente me llevó a leer la Biblia y a escribir sobre varias cosas, haciéndolo primero en forma de artículos en un semanario, y luego redactando distintos libros, algunos de los cuales publiqué, aunque el que tal vez pueda considerarse más importante es el que acabo de publicar y que constituye un texto novelado bastante extenso, lo que implicó un costo elevado hacerlo que demoró su publicación.

El motivo por el cual los vendo (si bien a un precio que estimo "relativamente" económico, y salvo el titulado "ACLARACIONES", el cual lo regalo sin ningún condicionamiento a cualquiera que desee leerlo) tiene dos razones fundamentales:

  1. En primer lugar porque he podido observar, que muchos de quienes los recibieron gratuitamente suelen no leerlos. Es decir, que más de una vez advertí que los dejaron de lado (los "arrumbaron" en algún estante) como diciendo: «si no cuesta nada, no debe servir para nada».
  2. En segundo para procurar difundir mis ideas con respecto a lo que constituye el verdadero mensaje del Evangelio, las cuales esencialmente son las siguientes:
    1. Jesús vino a recordarnos que es necesario amar a Dios sobre todas las cosas. Pero también a enseñarnos que esa actitud no puede quedar en una mera realidad interna, sino que debe exteriorizarse en un verdadero amor a nuestros hermanos (a todos los seres humanos por igual, sin distinción de ningún tipo).
    2. Que lo esencial de la religiosidad no se encuentra en el cumplimiento de ritos y cosas por el estilo, sino en llevar a la práctica en forma concreta lo mencionado en el punto anterior.
    3. Que Jesús no fue ejecutado en la cruz por un mero capricho o fanatismo religioso, y menos aún por considerarlo blasfemo al decirse “Hijo de Dios”, sino porque el mensaje que transmitía con su forma de vida podía generar serios conflictos con el imperio romano. Y como es obvio que no fue un “guerrillero”, el factor de conflicto debemos buscarlo en el estilo de vida que practicaba, compartiendo vivencias Y BIENES, y es allí donde debemos poner nuestra atención.
    4. Y lo interpreto de esa manera, fundamentalmente por cuanto de haberse extendido en forma masiva esa forma de vida que Él practicaba, hubiese implicado la finalización de la esclavitud, mecanismo que constituía el “motor” de la economía de aquella época, tal cual como hoy acabaría con el consumismo, la relación de dependencia y la desocupación.
    5. Sin embargo el cristianismo dejó de lado ese camino que nos había marcado el Señor Jesús, por no saber desprenderse de los textos del Antiguo Testamento que atribuyen al Buen Padre Celestial, masacres injustificables y signos de poderío, que colisionan con el mensaje de AMOR de Jesús.

Es decir (y volviendo ahora al aspecto monetario) que el dinero que pueda obtener con las ventas tendrá ese fin, y no mi lucro personal, ya que, tal cual como lo hacía San Pablo (aunque sea en algo me parezco a él) yo NO VIVO DE LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO (que realizo con mis libros, charlas en radio o canales de cable locales, etc.) sino que lo hago de mi trabajo personal (soy docente y abogado) y, gracias a Dios, hasta el día de hoy lo he podido hacer, manteniendo —tal vez en forma algo modesta pero dignamente— a mi familia, y hasta prestando alguna ayuda a quien pudo necesitarla.

Desde ya, les agradezco cualquier comentario que puedan hacer sobre mis textos e ideas, aún cuando fuesen meramente críticos.

Cordiales saludos,
MARANA-THA